ACCA: 13-KU KANSATSU-KA

Trailer | Drama, fantasía, seinen | Madhouse | Año 2017 | 12 episodios | ★★★1/2 |

Sinopsis: Jean Otus, ciudadano de la nación insular de Dôwâ, trabaja como segundo inspector en el Departamento de Investigación de ACCA. ¿Y qué es ACCA?  Pues la agencia independiente que coordina las diversas administraciones y ministerios públicos del país. Y el Departamento de Investigación supervisa y vela por el correcto funcionamiento de todos ellos. Pero soplan vientos de cambio en la agencia, la cabeza de estado y rey de Dôwâ es posible que abdique, y su sucesor tiene ideas muy particulares sobre cuál debe ser el nuevo rumbo de la nación.

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OPINIÓN PERSONAL

¿Qué sucedería si hiciéramos de una historia de intriga en el ámbito de la alta política, espionaje diplomático y conspiraciones varias un slice of life? Pero no un slice of life cualquiera además, sino uno con protagonista de talante flemático, sereno, observador, y que encima marcara el compás de toda la serie. Lo que ocurriría es que tendríamos entre manos una propuesta original aunque también bastante arriesgada, ya que el público está acostumbrado a otro tipo de ritmo en esta clase de género; y, sobre todo, exige mucho carisma a su personaje principal. La gestión del clímax resultaría esencial por mucho que se pretendiera otorgarle una cadencia sosegada; y para ello sería necesario no solo trabajar una buena historia, sino también manejar con un mínimo de habilidad la tensión de las circunstancias y al propio elenco, por supuesto. Es lo que han intentado realizar en ACCA: 13-ku Kansatsu-ka. ¿Lo han conseguido? Si hay que ser honestos, no logra carburar del todo. Y resulta una verdadera lástima, porque la base y las herramientas para hacer funcionar la serie han estado constantemente ahí.

Ya en las impresiones medias comenté que ACCA: 13-ku Kansatsu-ka se hallaba en el trance de caer en la aburrida narrātiō interrupta que tantos anime han sufrido a lo largo de los tiempos, pero su caso no ha sido con exactitud ese. Simplemente se ha convertido en la enésima adaptación mediocre de un manga peculiar. Si ya de por sí requiere cierta destreza llevar al lenguaje audiovisual un tebeo convencional, un cómic de Natsume Ono complica muchísimo más el asunto. De las tres adaptaciones que ha tenido la autora, cuyas reseñas podéis leer aquí (Ristorante Paradiso) y aquí (Sarai-ya Goyô), solo una puede considerarse digna legataria y presumir de auténtica excelencia. Eso no quiere decir que ACCA: 13-ku Kansatsu-ka sea una mala serie, porque no lo es. De hecho ha resultado uno de los mejores estrenos de este invierno 2017, aunque tampoco había mucho donde escoger ya que ha acabado siendo paupérrima. Este podría ser mi resumen al respecto, no obstante profundicemos un poco más.

No es la primera vez, ni será la última, que declare mi adoración por Natsume Ono como mangaka. Me parece una de las autoras más interesantes del panorama actual, y aunque sus historias van dirigidas a un público adulto, que no es precisamente el más numeroso por estos lares, se ha labrado un merecido prestigio entre los lectores de manga occidentales (menos en España, que somos un poco especialitos con todo lo relacionado con la cultura). Tanto su estilo artístico, de reminiscencias cubistas y trazo vigoroso, como sus historias rebosantes de su amor por el Slow Movement, son la marca de agua que la hacen descollar sobre el resto. La acción tranquila aunque sin pausa, el aprender a disfrutar de lo cotidiano, a saborear los pequeños detalles que ofrece la vida; reflexionar, observar y cuidar de los que nos rodean y nuestro entorno. Esa filosofía está encarnada en Jean Otus, el protagonista de ACCA: 13-ku Kansatsu-ka, que arrastra al resto en esa marea tan particular, como una gigantesca corriente submarina. Para bien y para mal.

ACCA: 13-ku Kansatsu-ka es una obra coral con numerosos personajes cuyas intervenciones son, por lo menos en una ocasión, fundamentales para el desarrollo del argumento. La naturaleza de la historia obliga a que desfilen tantos, y por ello mismo quizá algunos de ellos permanecen dentro de una nebulosa informe. No se muestran grandes honduras psicológicas, y en ciertos casos resulta una pena. Algo inevitable si tenemos en cuenta que tampoco es una serie larga, no hay literalmente tiempo; pero tampoco es algo demasiado relevante  ya que es un anime dedicado a la intriga política, no al drama personal. Y eso se puede llegar a olvidar porque, recordemos, el compás de este anime es el de un slice of life. Parece que no ocurre nada. El espectador se despista y demanda algo que la serie no puede ofrecerle. No hay acción, no hay comedia, no hay romance, ¿qué narices ocurre? Es natural que desoriente y llegue a cansar, aunque sin duda ACCA: 13-ku Kansatsu-ka busca ofrecer algo distinto. Sin embargo, este tipo de planteamiento, sencillamente, funciona mucho mejor en formato manga. De hecho hay una diferencia significativa entre el tebeo y el anime. Ambos cuentan la misma historia, no hay grandes variaciones a nivel argumental, es una serie bastante fiel en ese aspecto; pero la traducción a lenguaje audiovisual no ha sido del todo afortunada. Los matices que han perdido además en los personajes habrían resultado interesantes, una lástima. También es cierto que el anime gana mucho más si se valora en conjunto y no por episodio individual. En perspectiva, es un relato bien entretejido que se toma su tiempo para revelar sus secretos. Con sumo cuidado y sutileza, aunque se reserva alguna sorpresilla que otra también.

El argumento gira en torno a la eterna disputa por el poder. En este caso por la soberanía de Dôwâ. El jefe de estado es el rey, aunque da la sensación de que su papel es más bien simbólico, no gobierna o declina gobernar. La verdad es que he intentado dilucidar qué tipo de sistema político existe en la isla con forma de pájaro, pero Ono brinda pocos datos y los que da son algo confusos. ¿Monarquía parlamentaria mezclada con una especie de dictablanda comunista? Ese es uno de los puntos flacos del anime (también del manga), la falta de concreción en algunos aspectos que tienen su importancia. Ha transcurrido ya un siglo durante el cual los 13 territorios que conforman el país han logrado convivir en paz bajo la corona de la familia Dôwâ. Pero en realidad esa unidad se consiguió gracias a ACCA, cuya presencia es el emblema de la concordia en el reino. ACCA representa el poder ejecutivo, con un cuerpo burocrático y funcionarial robusto y eficaz. Por eso algunas ramas de la agencia se consideran ya innecesarias, son tiempos de seguridad y calma aparente, así que el Departamento de Investigación cerrará sus oficinas. Ahí trabaja Jean Otus, al que ordenan viajar a todos los territorios en una última inspección general. Sin embargo, esa calma no es real, Dôwâ se encuentra en un punto crucial de su existencia como nación. El monarca celebra su 99 cumpleaños y su sucesor, el príncipe Schwan, a parte de ser mongólico perdido, tiene planeado desmantelar ACCA en cuanto su tío abdique. Se deduce que para concentrar todo el poder en su figura e instaurar una monarquía absoluta.

Como es lógico, cuando los altos dirigentes de ACCA conocen las pretensiones del futuro rey, no solo temen por la integridad y la paz del país, sino por su propia pérdida de influencia y poder. Y los rumores de un golpe de estado comienzan a dispersarse entre los 13 territorios de Dôwâ, de los cuales Jean Otus es protagonista involuntario conforme se traslada de una región a otra en su labor de inspección. Dôwâ es un reino muy heterogéneo, y esa es una de las cosas que más me han gustado de esta obra, la manera en la que Natsume Ono ha plasmado esa rica diversidad, aunque fuera mediante algún cliché que otro, los conflictos que lógicamente acarrea y cómo ACCA trabaja a diario también en esa unión en la diferencia. Pero algunos siguen teniendo todavía demasiado poco, y otros a los que les sobra quieren aún más. Y la coyuntura de inestabilidad política resulta idónea para que los más astutos muevan ficha en su propio beneficio. En las entrañas además del mismo ACCA, por supuesto. Los elementos que sirven de nexo (los cigarrillos, las fotografías, la panadería gourmet) hilvanan con perspicacia enigmas y conspiraciones. Fascinante, ¿verdad? El trasfondo de la historia no puede ser más atractivo, en el manga es conducido con bastante habilidad y una quietud que le brinda cierto puntillo insólito. Sin embargo, en el anime pierde fuelle, la tensión es casi inexistente.

¿Solo tiene defectos la serie? Por supuesto que no. ACCA: 13-ku Kansatsu-ka es un anime con una puesta en escena sensacional. De hecho supera al tebeo, que es muy parco y esquemático en las ambientaciones, fondos y detalles. Y siempre lo digo: el color le sienta al arte de Natsume Ono fenomenal. A nivel técnico y artístico es una serie maravillosa, de gran elegancia y a la altura de los trazos de la mangaka. Conste en acta que eso es decir mucho. Los fanáticos del food porn además podrán deleitarse en la opulenta gastronomía que se va desgranando a lo largo de los capítulos. Tampoco puedo dejar de mencionar su estupenda banda sonora, así como su opening y su ending. Suelo detestarlos por norma general, el j-pop me irrita mucho, pero en este caso, como me recordó un poquitín a Cowboy Bebop (con Gloria Estefan cantando, soy malvada, MUAHAHA) y el final tiene una animación taaaan bonita, transigí de mil amores con ellos.

Si hay que resumir de alguna forma ACCA: 13-ku Kansatsu-ka, podríamos recurrir a un símil gastronómico muy acorde con el espíritu de la serie: un guiso apetitoso cocinado a fuego lento al que se le ha olvidado echar sal y pimienta. Es valiente en su proposición, algo a valorar en unos momentos en los que la producción de anime está bajo mínimos a nivel creativo; y que se acuerden del público maduro también es un bonito detalle. Me ha parecido entretenimiento del bueno, seguramente la vuelva a ver en el futuro, lo que es bastante elocuente en mi caso; pero también hay que admitir que se ha quedado a medio gas. Quizá en el revisionado la encuentre menos inexpresiva, quién sabe.

SHO-SHIKIBU